En el marco de los festejos conmemorativos de la Revolución de Mayo, en la iglesia “Nuestra Señora de la Merced” ayer se realizó el tradicional tedeum presidido por el arzobispo Andrés Stanovnik. Ante la presencia de funcionarios públicos, monseñor alertó a “no familiarizarse con la violencia, la corrupción y el enfrentamiento continuo”.
El tedeum de este 25 de Mayo, a diferencia de otros años, contó con una masiva participación de fieles. De hecho, antes de la hora pautada, la mayoría de los asientos estaban ocupados, salvo los primeros lugares reservados para las autoridades.
Con la puntualidad característica de la iglesia, la celebración arrancó a las 10 en punto y en primera fila se encontraban: el gobernador, Ricardo Colombi; el vicegobernador, Gustavo Canteros; la viceintendenta, Any Pereyra; el presidente del Superior Tribunal de Justicia, Guillermo Horacio Semhan; y referentes de distintos ministerios.
Tras un cálido saludo a los presentes, monseñor recordó que Te Deum laudamus, significa “a ti, oh Dios, te alabamos. Se utilizaba desde el siglo V para dar gracias por una victoria. Así como lo han hecho los patriotas de la generación de mayo en los albores de nuestra gesta independentista, lo hacemos hoy nosotros”. Inmediatamente, agradeció a Dios por la vida del pueblo, por la tierra, la providencia, y las generaciones de hombres y mujeres, “cuyas raíces se nutrieron de la cultura hispana, de la guaraní y de sucesivas inmigraciones, fundadas en los principales valores humanos y cristianos de libertad, verdad, justicia y amor”.
Encuentro
Con una voz paternal monseñor Stanovnik solicitó caminar hacia “la madurez de esa libertad que nos haga capaces de integrarnos como pueblo, atentos especialmente a los más vulnerables y alejados de los bienes comunes. Renunciando decididamente a todo tipo de violencia, sea en el ámbito familiar, social o en la vida pública”.
Señaló, entonces, la importancia de construir la paz social con gestos de respeto, honestidad y cordialidad. “Ese es el espíritu de las palabras de felicitación que le envió el papa Francisco al presidente Mauricio Macri y las extendió a todos los hijos de nuestro amado país, en las que pidió al Señor que nos acompañe en nuestro desarrollo material y espiritual, propiciado por un clima de serenidad, paz y respeto mutuo”, recordó. También, en más de una oportunidad, subrayó la necesidad de anhelar la concordia para salir de lo que definió como un “funesto círculo que nos impide avanzar en el desarrollo material y espiritual que todos queremos, y nos mantiene sumergidos en unos alarmantes índices de pobreza”.
Por otra parte, enalteció la solidaridad del pueblo correntino ante la emergencia hídrica. “De pronto, cuando la desgracia nos golpea y nos lleva al límite surge lo mejor y lo más noble que hay en nosotros”, rescató. Sin embargo, alertó a no caer en la ambición que conduce a la insensibilidad e indiferencia.
Llegando al final de su discurso, brindó un consejo que lo resumió todo: “Tenemos que estar atentos a no familiarizarnos con la violencia, la corrupción, y enfrentamiento permanente. Pero sí aportar en la educación para la paz, la sociabilidad, la sensibilidad ante el dolor ajeno y la disponibilidad para socorrer a los más vulnerables, en todos los casos es fundamental la familia”.
Su homilía cerró con la última gloria a Dios: “A Ti, oh Dios, te alabamos, y te pedimos, por intercesión de tu Madre Santísima, que cuides a nuestro pueblo y a sus gobernantes, y a todos nos alcances la bendición de tu Divino Hijo Jesús, para que sigamos creciendo como un pueblo que se reconoce en el otro, con quienes estamos llamados a construir la patria argentina”.