Gregorio Soto se convirtió en docente el jueves. Buscará inscribirse en la Licenciatura en Filosofía. Recibirá una distinción en el Instituto Superior de Formación Docente “José Manuel Estrada”.
El profesor nació en 1940 en un paraje de Santa Ana. En la Escuela Nº105 “Pedro Matoso” de esa localidad cursó la primaria. En 1966 ingresó a la Policía de la provincia y en 1999 se retiró como Suboficial Mayor.
Sin detenerse, con aspiraciones a progresar y aprender -mientras trabajaba para mantener a su familia-, concurría a la nocturna de la Escuela Nº7 de la Capital correntina para terminar la secundaria.
“Era problemático trabajar y estudiar”, narró Gregorio. En 1982 abandonó los estudios y quedó adeudando algunas materias del secundario.
Años después decidió volver a la escuela, esta vez lo hizo en el colegio nocturno del barrio Doctor Montaña, allí se recibió en 2007 con varios reconocimientos.
En el 2013 decidió ir por más. “Tenía vergüenza así que mentí antes de inscribirme al profesorado”, expresó a época y narró la anécdota, “Cuando fui al instituto le dije a la secretaria que quería averiguar los requisitos para inscribir a mi nieto y que si mi nieto no venía, me anotaba yo. En ese momento, la señora me dijo: ’Inscríbase’, entonces me animé”, relató Gregorio.
El hombre recuerda que en el Instituto Superior de Formación Docente “José Manuel Estrada” fue recibido con los brazos abiertos. Con mucha constancia, el largo recorrido por la carrera terminó el jueves cuando rindió la materia Lógica 2 y que aprobó con 9.
El Instituto de Formación Docente prepara un reconocimiento para el acto de clausura de la carrera. El jueves a las 19:30, en el Club de Regatas darán una mención al mérito y esfuerzo que realizó durante estos años de estudios.
Su preocupación pasa por tratar de continuar sus estudios. “Ahora tengo que averiguar los horarios y esperar que me entreguen mi certificado analítico para ver si me puedo inscribir en la Licenciatura en Filosofía”, manifestó Soto.
Gregorio vive en el barrio Esperanza junto a su esposa. “Tengo que estar con ella, acompañarla y no quiero que este mucho tiempo sola por eso tengo que ver los horarios”, explicó.
Como todo estudiante, a Gregorio hubieron materias que le constaron más y otras menos. “Cuando afloje en una materia me saque un 2 y ahí mi mujer me dijo: ‘No aflojes’, seguí y conseguí un 10”, señaló el profesor.
Para él no existen excusas para continuar estudiando y siente que, hoy cumplió algo que soñó por muchos años. “Hay que animarse, seguir para adelante, para estudiar no hay edad y no se debe tener vergüenza”, aconsejó el profesor de filosofía. Con gran humildad destacó su admiración hacia sus colegas. “A mis profesores de la carrera le tengo una gran admiración porque siempre me ayudaron”, indicó Gregorio.
El hombre es un gran ejemplo de fortaleza, no muestra cansancio y todo el tiempo solo piensa en seguir.
Fuente: Epoca