La última imagen no fue la mejor. La foto del español Rodrigo de Rato bajando del avión en Ezeiza con guantes blancos, el 2 de septiembre de 2004, fue el preludio del corte definitivo de relaciones entre el gobierno de Néstor Kirchner y el organismo multilateral. A los pocos meses, el expresidente decidió pagar en efectivo la deuda de casi 10.000 millones de dólares y desembarazarse de los pedidos de ajuste del entonces mandamás del FMI.

Desde entonces corrió demasiada agua debajo del puente. Después de la crisis global de 2008, el ala política del FMI morigeró (aunque no cambió del todo) sus análisis económicos extremadamente fiscalistas. El Fondo sancionó a la Argentina por la manipulación de las estadísticas del Indec y el país prohibió durante varios años la revisión de que la entidad hace en cada uno de sus países miembros. La llegada de Mauricio Macri al poder normalizó las relaciones. Hoy, después de todo eso, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, aterriza en el país.

Lagarde tendrá una agenda de varios días en la Argentina. Esta tarde dará una conferencia conjunta con el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, en la Universidad Torcuato Di Tella. Desde las 16.30, conversarán sobre "La Argentina y las perspectivas de la economía global".

Los próximos lunes y martes participará de la primera conferencia de ministros de Finanzas y banqueros centrales del G20 durante la presidencia argentina, en el Centro de Exposiciones de Recoleta.

A nivel global, la directora del Fondo, que proviene de Paraguay, se mostró precupada por las criptomonedas e instó a los países del G20 a regularlas para evitar que se conviertan en "un nuevo vehículo importante para el lavado de dinero y la financiación del terrorismo".

En el plano local, la relación entre el Gobierno y el FMI está más que aceitada. Lagarde no ahorró elogios hacia el Ejecutivo, aunque las proyecciones del FMI sean más conservadoras que las que realiza la administración Macri. En su última revisión económica del artículo 4 del organismo, el Fondo había recomendado al país encarar una reforma previsional para reducir el déficit fiscal. Fue pocos meses antes de que el Gobierno impulse los cambios en la fórmula de actualización de haberes a jubilados y beneficiarios de la AUH.