Federico Sebastián Marín, “Morenita”, era realmente escurridizo. Logró evitar una y otra vez su detención durante los últimos años. Zafó de persecuciones, al menos un tiroteo y operativos en zona de islas del río Paraná. Desde principio de 2017 se transformó en uno de los fugitivos más buscados, al punto que el ofrecimiento de recompensa, para quien lo delatara, pasó de la cifra de medio millón de pesos a un millón y medio.
Consumada su detención, el viernes al mediodía, en su pueblo de Itatí, empezaron a aflorar detalles acerca de las últimas acciones de Marín como traficante de marihuana.
El 14 de septiembre, durante una persecución, en un camino de tierra cercano a la localidad de San Cosme, volcó una camioneta cargada con algo más de 400 kilos de marihuana.
“Quien manejaba la camioneta y pudo escapar era Morenita, según la evidencia recolectada”, indicaron a época fuentes de distintas fuerzas de seguridad.
Ese procedimiento lo realizó la Prefectura Naval Argentina, cuyos hombres estuvieron “ahí” de atrapar ese día al narco. Sin embargo, tal hecho fue lo último que el hombre, de 31 años, pudo hacer en el ámbito criminal.
El posterior secuestro de vehículos, sumado a seis detenciones de personas con las que conformaba una nueva facción narco, más la pérdida de varias cargas de marihuana este año (es decir, de dinero) y la poca ayuda de gente que creía de su confianza, lo llevaron a estar bastante acorralado. Quedó, en pocas palabras, sin logística.
Desde que la Justicia Federal emitió una orden firme de captura, Marín cruzó de Corrientes a territorio paraguayo. Tuvo, aseguran, cobijo de maleantes a quienes conoció en el mundo de los negocios como narcotraficante.
Las distintas investigaciones de Prefectura y de Gendarmería Nacional Argentina (GNA) lo ubicaban en el vecino país y también, en ocasiones, en una o dos islas del Paraná, siempre cercanas a Itatí, que él conocía como la palma de sus manos.
Fue el año 2016, en octubre (ya era buscado incluso antes del mega operativo “Sapucay” de meses después), cuando decidió arriesgarse a pasear en la capital de Corrientes. Lo detectó GNA y en el momento que trataron de apresarlo, en barrio Sur, se produjo un tiroteo del que pudo escapar.
En septiembre de 2017, otra vez su nombre repiqueteó fuerte. Fue luego de una incautación de marihuana como saldo de una persecución en Ruta Nacional 12, que finalizó en el pueblo de Ramada Paso, donde se produjo el intercambio de disparos y, nuevamente, el delincuente huyó.
Las detenciones de su hermano, de algunos amigos, de su abogado, su cuñada y hasta el arresto de su expareja, madre de sus hijos, fueron haciendo mella.
El jueves y viernes, el rastreo de una línea telefónica condujo a saber que “Morenita” estaba en la zona urbana de Itatí, posiblemente en casa de su expareja, quien goza de prisión domiciliaria y tiene una pulsera electrónica de monitoreo.
Con el pretexto de “controlar” si esa mujer, llamada Lourdes, estaba en su casa, efectivos de GNA se acercaron con el fin de descubrir al prófugo. Y lo lograron.
La sola presencia de los gendarmes sobresaltó a Marín, quien tuvo un acto, si se quiere, fallido. Al tratar de escapar por el fondo del domicilio se puso al descubierto. Entró a la casa de un vecino, armado con una pistola calibre 9 milímetros, en la que estuvo casi dos horas “atrincherado”.
Allí, totalmente cercado, amenazó, o bien deslizó, la posibilidad de suicidarse. Pero desistió y antes de entregarse pidió estar un rato a solas junto a esa mujer.
Ya nada en Marín parecía peligroso. Sus antecedentes de riñas, de robos calificados por el uso de armas, de fugas como en las películas y demás quedaron para la historia.
La noticia corrió, entonces, como reguero de pólvora. Cayó uno de los sindicados narcos más buscados de la región y del país, acusado de planificar y concretar, durante muchos años, envíos de toneladas de marihuana a las principales ciudades del país.
Ahora lo aguarda un proceso penal (causa “Sapucay”) en la provincia de Buenos Aires, al igual que una veintena de compoblanos sospechados de integrar una extensa red narco.
Fuente: Epoca