La tranquilidad habitual de los domingos de la capital correntina ayer se vio modificada por las instancias de la primera Súper Final de la Copa Libertadores, que tuvo como protagonistas a Boca Juniors y River Plate.
Los bares con pantallas fueron muy requeridos por los simpatizantes de ambos cuadros durante la agobiante tarde citadina (se estima que la sensación térmica oscilo los 40 grados), los hinchas locales buscaron “vivir” el clima de clásico rodeados de amigos, vecinos y contrarios. Entre cervezas, gaseosas y alguna minuta, cientos de personas apreciaron el enfrentamiento futbolístico acontecido en la Bombonera.
Otros tantos se reunieron en casas, patios o quinchos y cumplieron con sus habituales cábalas en un marco de mucha tensión pero -por suerte- de nula violencia. “El partido no generó atenciones médicas ni de urgencias, fue todo muy tranquilo”, dijeron a época desde la línea 107 de la Dirección de Emergencias Médicas.
Durante los 90 minutos del cotejo, fue difícil conseguir remises y las calles quedaron virtualmente desiertas. Todo se detuvo, menos las pulsaciones de los espectadores del partido.
En la zona de las playas públicas también se siguieron las jugadas de la Súper Final pero por radio y en un marco en el que los fanáticos privilegiaron refrescarse, antes de quedarse a mirar la televisión.
En detalle, los dos equipos más populares del país igualaron 2 a 2 con goles de Ramón Ábila y Darío Benedetto para el local, que estuvo dos veces en ventaja en el marcador, mientras que Lucas Pratto y Carlos Izquierdoz, en contra, señalaron sendos empates para la visita.
La definición del certamen continental más importante y último habitante del próximo Mundial de Clubes (se jugará en Emiratos Árabes Unidos del 12 al 22 de diciembre) se resolverá el sábado 24, en el estadio Monumental de Núñez, desde las 17.
Entonces, el partido que “paraliza al mundo”, según la arriesgada visión de algunos especialistas, tendrá su capítulo definitorio en poco menos de dos semanas.