La situación venezolana empeoró sensiblemente desde el pasado 10 de enero, cuando el presidente Nicolás Maduro inició un segundo mandato que la oposición y gran parte de la comunidad internacional no reconocen porque consideran que es fruto de un proceso electoral fraudulento, dado que en los comicios de mayo pasado no participó la oposición ni hubo veedores internacionales independientes.
Esto se dio en paralelo con un fortalecimiento de la oposición política en Venezuela, renovada con el liderazgo del joven titular de la Asamblea Nacional (Parlamento), Juan Guaidó. Hace una semana el Congreso denunció a Maduro por “usurpación” del cargo y asumió las funciones del Poder Ejecutivo.

Si bien en los hechos es sólo un gesto político porque el poder real lo tiene el chavismo, abre las puertas a un escenario más complicado para el gobierno de Maduro. Guaidó, que asumió la presidencia interina, ya recibió el respaldo de Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y varios países latinoamericanos, entre ellos Brasil, Argentina, Perú, Colombia y Chile.

El líder del Parlamento también llamó a los militares a desobedecer al régimen y les prometió una amplia amnistía, medida que parece haber tenido eco en un sector de la Guardia Nacional Bolivariana. Este lunes 27 efectivos se sublevaron en un destacamento de Caracas, pero el episodio fue rápidamente sofocado y los actores capturados.

La rebelión tuvo impacto en la población: recibió el apoyo de sectores civiles que manifestaron en forma espontánea en Caracas y otras ciudades.

Para los analistas, la postura del Parlamento puso en alerta al poder y le abrió una puerta a aquellos militares que están hastiados de lo que sucede en el interior de las Fuerzas Armadas, donde muchos de sus jefes están involucrados en hechos de corrupción vinculados con empresas estatales o negocios ilícitos.

Las Fuerzas Armadas son el principal apoyo de Maduro ante su creciente impopularidad, marcada por la peor crisis en la historia moderna del país petrolero, donde la falta de alimentos y medicina ya llegó a niveles extremos y la inflación proyectada para este año es de 10.000.000%. La debacle provocó el éxodo de casi 5.000.000 de personas, el mayor movimiento migratorio en América Latina.

La cúpula militar respalda a Maduro. Pero no sucede lo mismo con los soldados rasos y la suboficialidad, cuyas familias soportan las carencias cotidianas. Según la ONG Control Ciudadano, unos 180 efectivos fueron detenidos en 2018 acusados de conspirar, otros 10.000 militares pidieron la baja y más de 4.000 desertaron de la Guardia Nacional.

En este marco se da la gran marcha de mañana convocada por la oposición contra Maduro, que se realiza simbólicamente el mismo día en que se conmemoran los 61 años de la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.

Las protestas populares de este lunes y martes caldearon el ambiente e inquietaron al chavismo, que organizó una contramarcha con empleados públicos y militantes.

De esta manera Venezuela revive los enfrentamientos entre oficialismo y oposición que desangraron al país en los últimos años. En 2014 el régimen reprimió violentamente las protestas, con un saldo de 43 muertos, y lanzó una salvaje persecución de la oposición que terminó con la detención de los principales dirigentes políticos y estudiantiles. En 2017 la reacción policial fue más brutal: dejó 125 muertos.