La gestión del intendente Gerardo Bassi en Goya no para de sufrir sobresaltos y escándalos. Esta semana abandonó su cargo en desacuerdo con la falta de transparencia y de cumplimiento de los objetivos trazados, la secretaria de Minoridad y Discapacidad, Liza Kammerich, quien se convirtió así en la quinta funcionaria que deja su cargo disconforme con el manejo político y administrativo municipal.
El alejamiento de Kammerich golpeó duro la gestión del intendente Bassi, quien no parece encontrar el rumbo para su gestión jaqueado por las renuncias y los escándalos de corrupción, todo lo que lo llevó a una brusca caída de su imagen, que se vio reflejado en el cierre del concurso de pesca variada, donde al querer hablar fue blanco de una fuerte rechifla por parte del público.
El camino de los alejamientos de la escandalosa gestión municipal lo inició el mismo viceintendente de Goya, Darío Zapata, quien dijo que “con la corrupción no transo”, y tras pegar el portazo se fue a la Justicia, donde dejó planteadas sus denuncias formales.
Marcos Bassi, hijo del intendente Gerardo y a cargo de la secretaría general del Municipio es el blanco de todas las acusaciones. Los desmanejos administrativos del joven, quien fue despedido durante la gestión del exintendente Ignacio Osella, parecen ser el detonante de casi todas las partidas.
El mal manejo administrativo habrían llevado al Municipio al borde de la quiebra, al punto de que el 71% del presupuesto se lo lleva el gasto salarial que no para de crecer. Además de escaparse del desastre que veía venir, cuando Zapata se alejó dijo claramente que “con la corrupción no transo”.
Sus denuncias apuntarían a los manejos poco claros de Marcos Bassi, a quien se acusa de jugar voluminosas sumas de dinero en los casinos de Bella Vista y Goya y hasta de haber pagado deudas de juego con fondos del erario comunal o de habérselo visto en vehículos oficiales conduciendo en estado de ebriedad. Esta semana, el joven polémico funcionario pidió en su defensa que se investigue si cheques de la Comuna se encuentran en poder de la firma concesionaria del casino de esa ciudad.
“Me encontré con un ambiente hostil. La política es una herramienta fantástica para solucionar las cosas, pero me encontré en un lugar en el cual no me permitieron trabajar en base a mis convicciones”, dijo Zapata cuando se fue, y algo parecido parece sucederle a cada funcionario que decide dar el portazo. Fuentes del gabinete municipal admitieron, consultadas por La República, que en las próximas semanas podrían producirse nuevas dimisiones.
Zapata, un reconocido médico goyano, alertó claramente cuando se fue. “Acá se vive una situación de riesgo que podría derivar en una crisis insalvable para la gestión municipal. Y a mí me aislaron de tal manera que no me quedó otra salida”, resaltó.
El tiempo y las renuncias que siguieron, más las que seguirían, parecen darle la razón. La gestión municipal de Goya parece no hacer pie, y los escándalos de corrupción la desbordan, mientras Gerardo Bassi sigue sosteniendo de manera incondicional a la piedra de todos los escándalos: su propio hijo.