La Cámara Federal de Casación Penal estableció el ?trabajo remoto? para todos los tribunales con asiento en el edificio de la avenida Comodoro Py, en el barrio porteño de Retiro, luego de que un juez fuera internado con síntomas compatibles con los del coronavirus. La decisión del máximo tribunal penal del país fue ?establecer por regla general el trabajo remoto, con las guardias a distancia que así se determinen?, según consta en la acordada de dos páginas a la que tuvo acceso Télam. El texto que lleva la firma de la titular de Casación, Ángela Ledesma, y de los vicepresidentes de ese cuerpo, Gustavo Hornos y Alejandro Slokar, establece además cómo trabajará ese tribunal a la distancia y que, ?transcurrida la feria judicial extraordinaria, las decisiones jurisdiccionales serán impresas y suscriptas en soporte papel?. La decisión de las autoridades de Casación apunta a vaciar el edificio de Comodoro Py y extinguir así cualquier riesgo de contagio del coronavirus luego de que ayer se conociera la internación de un juez de la Cámara Federal porteña con síntomas compatibles con esa enfermedad. La Corte de Justicia había dispuesto el 20 de marzo la feria judicial extraordinaria pero en aquella resolución se disponía reducir ?al mínimo la asistencia del personal estrictamente necesario?. La decisión de Casación se conoció luego de que esta mañana la Cámara Federal porteña suspendiera su atención presencial y decidiera resolver todos los asuntos que se presenten de manera remota, a la espera de los resultados de la prueba de coronavirus realizada a uno de sus integrantes, Mariano Llorens. El camarista Llorens quedó internado ayer en el sanatorio San Lucas, del partido bonaerense de San Isidro, tras presentar fiebre alta con un diagnóstico de neumonía bacteriana y está a la espera del resultado definitivo de la prueba del Covid-19, explicaron fuentes judiciales. Llorens integra la sala primera del tribual de apelaciones y concurrió al edificio de Comodoro PY 2002 hasta el 17 de marzo pasado. Ante la internación del juez, y por precaución, sus colegas Martín Irurzun, Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi optaron por suspender la concurrencia física al edificio.