La presencia del Señor se manifiesta de diversas y sorprendentes maneras en la vida de las comunidades, y en la de cada persona que en Él confía. Prueba de ello es el acontecimiento de gracia que se vivirá en el Arquidiócesis el sábado seis de marzo cuando Oscar Guillermo Lombardero, padre y abuelo, sea ordenado sacerdote. La ceremonia se desarrollará durante la Santa Misa, que a las 10, presidirá monseñor Andrés Stanovnik en la Iglesia Catedral.
Guillermo eligió una cita de Juan (15,5) como lema para este momento tan especial de su vida, ?El que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto?. En 2015, se ordenó como diácono, permanente en aquel momento, sin imaginar que tras el fallecimiento de su esposa, iba a sentir este llamado a un servicio más pleno al Señor a través del sacerdocio. Es papá de dos hijas, y abuelo de dos nietos.
Tiene 66 años, es ingeniero, trabajo en empresas privadas y es docente universitario desde hace muchos años, tiene títulos de posgrado en diversas especialidades (Ingeniería Biomédica, en Informática y Computación, es Especialista en Tic?s y Discapacidad). Realizó más de 100 presentaciones de trabajos científicos en Congresos Nacionales e Internacionales, Jornadas y sesiones de poster, incluidas revistas de la especialización de Ingeniería Biomédica. Fue ordenado Diácono Permanente el 27 de noviembre de 2015 y está incardinado en la parroquia Santa María de los Ángeles, del barrio Industrial. Desde hace 20 años él y su familia, forman parte del Movimiento Apostólico de Schoenstatt.
Un largo camino de fe
Más allá de estos datos, para conocer un poco más a Guillermo, compartimos algo sobre su familia, sobre su fe, sobre cómo afrontó la pérdida de su esposa Rosaura, madre de sus hijas. Aquello que lo llevó también a ofrecer su vida de manera más radical al Señor y a su Iglesia a través del presbiterado. Quizás su historia personal ayude a renovar la fe, la certeza de que Dios siempre acompaña, asiste y sostiene y desafía a dar más, en cualquier etapa de la vida; aún a la edad en la que muchos creen que ya no tiene nada que ofrecer.
Desde la Oficina de Prensa del Arzobispado, hablamos con él para compartir su historia de vida. Guillermo nació en Corrientes. Tiene dos hermanas, una de ellas vive en Corrientes y la otra en Salta. Contó que: ?tengo dos hijas Andrea Fabiana y Rosaura Mariel, felizmente casadas que viven aquí en la ciudad de Corrientes, dos yernos excelentes, Martín y Humberto, y dos hermosos e inquietos nietos, Juan Patricio y Juan Tomas?, cuenta.
Junto a su esposa Rosaura, y quizás por la perseverancia y la oración de ella, en el año 2000 se incorporan como matrimonio a un movimiento católico mariano. De aquel entonces, Guillermo recuerda que eso le ?permitió incursionar por primera vez sobre aspectos de la religión, de Dios, de la Virgen María, pero desde el punto de vista pedagógico y de la fe práctica en la Divina Providencia, según el carisma del padre José Kentenich, fundador del Movimiento Apostólico de Schoenstatt?. Con el ánimo de aprender más, cuanta que ?alrededor del año 2003, hablé con quién era nuestro párroco en ese entonces, el padre Jorge Ojeda, quien me sugirió comenzar estudios en la que se denominaba ?Escuela de Ministerios?, y que luego fue el ?Instituto Cardenal Eduardo Pironio?. Recuerda que el Congreso Eucarístico Nacional, ?nos marcaría como familia, porque todos participamos de alguna manera?.
En la cuaresma del año 2006, contó que el padre José Billordo los instituyó a él y a su esposa como ministros extraordinarios de la comunión, en la capilla de la Medalla Milagrosa, para servir en la parroquia Santa María de los Ángeles. ?Durante el cursado fuimos (ella me acompañó dos años después) aprendiendo, asimilando y viviendo el contenido religioso y espiritual de las materias que cursábamos, que disfrutaba particularmente, porque me introducía en un mundo nuevo, distinto, lejos de la ciencia y la tecnología a la cual le dediqué muchos años de mi vida universitaria, como profesor de Ingeniería Electrónica?, relató.
El participar en lo pastoral en la parroquia con diáconos y compartir con profesores diáconos algunas materias en el Instituto Pironio, le permitió hacer amigos, compartir anécdotas y experiencias. ?Eso fue despertando lentamente en mí una particular inquietud sobre el ministerio diaconal, algo que veía lejano y difícil, pero que (yo pensaba) me permitiría servir de manera más activa con la iglesia diocesana?, dice.
Guillermo señala que nunca dejaron (hasta el 2015) de participar activamente con el movimiento de Schoenstatt, tanto en colaborar en retiros de matrimonios, como trabajar con jóvenes de edad universitaria. ?Eso se complicó con la enfermedad de mi señora por lo que tuvimos que dar un paso al costado. La propuesta de recibir el sacramento del orden fue un acontecimiento hermoso para la familia, aunque tuvo su tiempo de proceso interior por parte de quien fuera mi esposa. Hasta hoy, lo he vivido plenamente y he conformado una hermosa familia diaconal con el resto de los diáconos y sus respectivas familias. Hemos compartido hermosos eventos y retiros en los últimos años antes de la pandemia? asegura sobre su vocación y ejercicio del diaconado.