El Karaí Octubre es una celebración guaraní que se originó antes de la llegada de los españoles a América. Esta festividad surgió durante la época en la que las reservas de alimentos comenzaban a escasear después del invierno. "Esta parte del año entra y toma la productor, al trabajador rural, con poca existencia de plantas y productos. Tienen que manejarse con lo que hen almacenado de la cosecha anterior. Por eso a esta altura del año hay poco poroto y maíz, poca mandioca, zapallo, entonces entra un mes duro, de crisis económica no porque no haya plata sino porque no hay mucha produccion. Entonces, en las casas donde hay poca actividad, se quedará la presencia de este duende, con la presencia andrajosa, miserable, que toma poseción de ese hogar y se queda a vivir durante todo este ciclo porque es el lugar ideal para su característica", dijo Juan Ramón Farina, un estudioso del guaraní, al respecto. "Antes, en esta fecha en particular la crisis no se notaba porque venían los vecinos, un pasajero ocasional qullegaba y se lo invitaba a la mesa. Vivíamos de otra manera, era difierente, los tiempos han cambiado y por la desconfianza ya no sucede lo mismo. Sin embargo, ahora en las escuelas y otras instituciones se enseñan sobre nuestras tradiciones y se hacen visibles las creencias de nuestra cultura", destacó Para los agricultores octubre es el mes más difícil antes que la tierra comience a ofrecer masivamente sus productos: maíz, mandioca y frutas, devolviendo de esa manera la abundancia a los hombres. Y se solía decir que sólo las familias previsoras podrán sobrellevar estos momentos difíciles. De allí la tradición de preparar un suculento y abundante jopara con los únicos productos disponibles a fines de septiembre: el locro (o el locrillo) y el poroto, acompañados de verduras: zapallo, cebolla, tomate y perejil. Hoy en día, las familias siguen esta costumbre, organizando grandes almuerzos al aire libre, usualmente frente a sus casas, para demostrar al Karaí Octubre que tienen suficiente comida. Según la creencia, si no lo hacen, el duende los castiga.