Habría que ir aclarando las cosas. Vamos por parte. ¿En que nos va mal?
• Obviamente en el nivel de precios, sobre todo en el de los artículos de primera necesidad.
• En los niveles de inversión, lo que impide aumentar la oferta que permitiría atenuar el alza de precios.
¿En que nos va bien?
• En el incremento del consumo, que pone en movimiento vertiginoso a la maquinaria productiva (nunca, por ejemplo, se compraron tantos automóviles como en los dos últimos años).
• En el nivel de las exportaciones, frente a un Mundo que reclama en cifras siderales precisamente lo que nosotros producimos.
Sólo hemos citado dos rubros de lo “bueno” y de lo “malo” que le ocurren a nuestra economía, a manera de ejemplo entre otras tantas variables (añadan las que prefieran en uno u otro casillero). La operación consistiría en comparar cada uno de los platillos de esa balanza económica (el platillo de lo “bueno” y el platillo de lo “malo”) y observar cuál “pesa” más.
Si pesa más lo malo, pues nos va mal. Si pesa más lo bueno, nos va bien. ¿Así de simple?
Las cosas tienen su complicación, porque como todo proceso dinámico, en economía la bonanza de hoy puede estar encubriendo una desventaja a futuro; o al revés: las cosas que van mal hoy, prefiguran en realidad los beneficios que sobrevendrán más adelante.
Por ejemplo: las exportaciones sostienen en gran parte el crecimiento argentino (dato “bueno”). Pero ¿qué ocurriría si el año próximo ocurriera una gran sequía para la soja o el mercado internacional decidiera consumir más arroz y menos soja? Nuestra exportaciones se desplomarían (dato ”malo”).
Ejemplo dos: la inflación deteriora el mayor nivel de ingresos de los salarios (dato “malo”); pero esa misma alza de precios estimula el funcionamiento del aparato productivo, ante la posibilidad de obtener mayores ganancias debido a los mayores precios (dato “bueno”).
En cada ocasión en que, a través de los diversos Productos de Mega, entrevistamos a economistas y hombres de negocios, buscamos respuestas a estos interrogantes y desentrañar el verdadero momento económico en que estamos parados. ¿Estamos yendo “bien” o estamos yendo “mal”?
Las respuestas, lógicamente, varían en función del sesgo ideológico y del sector de interés que representa cada uno de los entrevistados. Eso también forma parte del ser económico.
El domingo último, en el programa “Suplemento AM”, Juan Carlos De Pablo nos advertía que en economía “no hay nada neutral”. Y agregaba: “Yo entrevisto a dos socios de la UIA (Unión Industrial Argentina); uno me dice que todo anda mal, el otro que todo está fenómeno”.
¿Cuál de los dos tiene “razón”? Los dos. Porque al que le va bien en sus negocios le besaría los pies a la Presidenta; al que le van mal, la escupiría.
Volvemos a los platillos de la balanza: ¿cuál pesa más? En definitiva, se trata de saber el balance final para el país. Si sumamos a todos los que les va mal y a todos los que les va bien, ¿cuál es el saldo?
Hay que calibrar bien la balanza.
Editorial Nordeste