El enojo de la Presidenta quedó expuesto en el discurso que dio anoche en la Casa Rosada. “Frente a las amenazas de ISIS, a parecieron supuestos datos primero en Clarín antes que me llegasen a mí, de organismos de inteligencia del Estado, realmente lo dudo”, se quejó Cristina sobre el final de la cadena nacional. Sobre las amenazas, dijo que hay que “mirar hacia el norte” en clara referencia a Estados Unidos. “ Si me pasa algo, que nadie mire hacia Oriente: miren hacia el norte ”.

Clarín reveló el domingo que la verdadera historia de las amenazas habría comenzado en la Triple Frontera, donde la Secretaría de Inteligencia (SI) investigaba a un empresario tunecino que se dedicaba a exportar madera, una supuesta “pantalla” para encubrir otras actividades ilegales. Según pudo saber este diario, en una computadora de ese empresario, que tenía contactos frecuentes con grupos islámicos de la ciudad de Baalbek, en El Líbano, “se hallaron instrucciones de amenazas contra la Presidencia de la Nación”, pero no se mencionaba concretamente a Cristina Kirchner.

El caso fue denunciado en la Justicia federal de La Plata, según confirmó a este diario el juez Alberto Recondo, aunque aún se desconoce si las instrucciones que daba el tunecino tienen vinculación directa con los tres mails que llegaron al 911.

“Es una de las pistas que se investigan”, se limitó a responder el magistrado subrogante.

Cristina Kirchner fue quien hizo públicas las amenazas en su contra luego de su almuerzo en Roma con el papa Francisco. Y volvió sobre el tema en la ONU, aunque omitió decir que uno de los mails se refería al jefe de la Policía Federal, Román Di Santo, y a periodistas del diario La Nación. Sin embargo, anoche la Presidenta intentó bajarle el tono a las denuncias: “ Realmente que vengan a crearnos toda una historieta acerca que el ISIS me anda buscando a mí para matarme o hacer algo ... por favor que no vengan a armar ninguna novela ”.

La pista que sembró la Secretaría de Inteligencia ya es investigada por la Justicia. En la computadora de ese supuesto empresario tunecino, un especialista en explosivos, había “detalles para armar bombas caseras”.

La información fue cruzada con organismos de seguridad norteamericanos, que le otorgaron entidad. Pese a la gravedad de la situación, el empresario abandonó la ciudad de Iguazú sin dejar rastros y es buscado intensamente.