El punto es dorado como el color que domina este estadio. Cotiza fuerte en la bolsa de Núñez, justo en la ciudad más rica de México. Tigres tiene el control del partido y se muestra amenazante con sus delanteros millonarios, pero no logra romper el chanchito cuando pisa el área. Ahí mismo, Maidana guarda cada pelota en una caja fuerte. Anticipa, rechaza, se devora al pretencioso Gignac, es el líder de la resistencia de River. Se planta el coloso de la banda roja en el estadio Universitario. Y como no puede jugar, aguanta. Y se lleva a Buenos Aires un empate que se mira con cariño porque los mexicanos fueron superiores, pero no pudieron quebrar a Barovero en los primeros noventa minutos.

Gallardo dejó claro, veinticuatro horas antes de esta primera final, que River es más peligroso cuando decide atacar. Por eso apostó a Viudez, ese uruguayo que conoce tan bien. Y algo del brillo de Tabaré se observó en los primeros minutos, cuando logró soltarse por la orilla izquierda. Y lo mejor que produjo River estuvo en los pies del volante que el Muñeco conoció en Nacional de Montevideo. Un tiro libre que manoteó Guzmán y un corner que Funes Mori y Mercado no pudieron aprovechar. Y sobre el cierre del primer tiempo, metió un sombrerito para habilitar a Alario, pero otra vez anticipó el arquero de la Selección.

Barovero salvó a River

River no salió a especular y mostró intensidad en el primer tramo del partido, con Ponzio y Kranevitter, especialmente, presionando la salida de Tigres. Pero es imposible jugar a un ritmo tan alto en un escenario con tan elevada temperatura. Sintió el agobio climático el equipo argentino. Y los mexicanos comenzaron a tener el dominio de la pelota. Y ganaron terreno, especialmente por la derecha, donde Jürgen Damm marcaba la diferencia en la posición de Vangioni, quien para colmo jugó condicionado por una infracción sobre el pibe de origen alemán cuando el cronómetro del árbitro recién se encendía.

Ninguno pudo conectar el centro de Bertolo

Se repartieron el medio Tigres y River. Y esa superioridad que habían mostrado Ponzio y Kranevitter en el arranque del encuentro, se diluyó porque crecieron Pizarro y Arévalo Ríos. Y los felinos tuvieron las situaciones de riesgo más claras. En dos minutos, estuvieron a punto de ganar el partido. Primero, Arévalo Ríos recuperó y metió un centro que Rafael Sobis cabeceó a quemarropa, pero encontró bien parado a Barovero. Enseguida, otra vez Tigres se filtró por la zona blanda de Vangioni, desbordó, el lateral rozó la pelota y rebotó en el travesaño.

Tigres buscó con pelotas largas para sus dos tanques. Y Maidana tuvo un duelo dentro del mismo duelo ante el francés Gignac. Le hizo sentir el roce sudamericano que tanto fastidia a los europeos.

Tigres no pudo facturar

Las lesiones dejaron fuera de carrera a Viudez y a Mora en el segundo tiempo. Y River, que no había tenido juego por afuera, creyó que podría generar desequilibrio con Bertolo, pero duró un suspiro. Y Tigres tomó el control del partido. Con el buen toque de Alvarez, Pizarro y Arévalo Ríos, pero carente de profundidad. Así y todo, estuvo cerca. Y estará arrepentido de ese mano a mano que desperdició Damm. River, en cambio, se subió al avión con una sonrisa. Porque se sostuvo en su defensa, con Maidana, Funes Mori y Barovero a la cabeza. Porque la final está abierta, pero se define en Udaondo y Figueroa Alcorta, nada menos, donde espera un final de fiesta, sin tanto sufrimiento.